viernes, 29 de mayo de 2015

La riqueza de un lugar lo constituyen sus tradiciones, especialmente las que han sido heredadas, que son por lo general, merecedoras de protección y respeto. Jalapa, en particular, posee, entre otras características, una literatura oral que se nutre con temas de ascendencia maya. Para tales manifestaciones se menciona el trabajo de curanderos, adivinos y brujos.

Estos personajes forman parte de las historias de amor, son responsables del éxito de las cosechas y tienen injerencia en el destino de los animales del campo, a tal punto de ser considerados como miembros importantes de la sociedad. Pero además de cumplir con estas actividades, también ejercen un papel importante en el sistema de salud, se ve enriquecido con el trabajo de los curanderos, que usan para ello los conocimientos que han acumulado a través de la experiencia.

Además de los personajes, también las artesanías son características de la región: cerámica vidriada, piedras de moler y cestería, que recorren los mercados de la capital y que hablan de la habilidad de sus pobladores. Esta actividad, combinada con la ganadería, la fabricación de productos lácteos, de sombreros y de instrumentos musicales, constituyen algunas de las fuentes de ingreso de los habitantes de Jalapa.


Este departamento es considerado el más misterioso de Guatemala. En su suelo se concentran una serie de tradiciones orales que provienen de múltiples fuentes históricas, étnicas y culturales, desde la época prehispánica, hasta la herencia española más acentuada.
También existen diferencias culturales específicas y únicas, como sefarditas, gitanas, ladinos pardos y grupos étnicos particulares como los Jicaques. Esta herencia amalgamada ha dado como resultado una literatura oral muy heterogénea, única e irrepetible.
En todos sus municipios hay una extensa variedad de tradiciones orales tanto en prosa como en verso. La riqueza de su literatura oral estriba en la originalidad de sus cuentos populares de carácter maravilloso.
En ellos, muchas de sus expresiones literarias figuran como versiones ejemplares en las colecciones mundiales de tradición oral, como las versiones de los cuentos “El aprendiz del brujo”, recopilado a don Braulio Orellana en la ciudad de Jalapa, y “El ahijado de la muerte”, a don Fermín Ascencio, en San Carlos Alzatate.